lunes, 25 de julio de 2016

Desgracia, de J.M. Coetzee



Por el momento la mejor novela que he leído este año. De esos libros que dejan señales. Desgracia, con ese título tan rotundo que te da una pista a modo de anticipo de lo que está a punto de suceder, está vivo, y es un ser con identidad y personalidad propias. Un obra influyente en las mentes sensibles. Hacia la mitad del libro pensé en lo apetecible de la historia para el argumento de una película, y descubrí que ya se había hecho, Disgrace, en la que aparece Jon Malkovich. No sé nada más al respecto ni qué tal será la película; en cambio la novela me parece gracia divina. Me gusta la profundidad de sus personajes, verosímiles y humanos. En el eje central protagonista, un padre egoísta, distante; y su hija solitaria, emancipada, buscan su lugar en el mundo. Los dos se contradicen entre lo que dicen ser y lo que hacen, una disputa constante entre la realidad y el deseo, en medio de la única certeza irrefutable que comparten, la desgracia, condena a la que están sometidos por los recientes acontecimientos vividos. David y Lucy son cada uno a su manera animales indomables, cuyos deseos y ambiciones personales entroncan con los férreos códigos morales de la Sudáfrica del Apartheid. La resignación será su única cura; y la adaptación, su única vía de escape, en un entorno que les es hostil.   

domingo, 14 de diciembre de 2014

No tengo miedo



No tengo miedo de Nicolo Ammaniti es recomendable, sobre todo para quien tenga ganas de leer algo de ahora, fresco, ágil y bién escrito.

Esta novela me ha sorprendido gratamente. Creo que podría hablarse de dos partes bien diferenciadas a modo de mitades incluso. Una primera mitad donde predomina la descripción, el espacio y el tiempo de un pueblo italiano a finales de los setenta cuya realidad costumbrista es narrada a través de la mirada de un niño, Michele; y la segunda parte, donde la trama y acción de este protagonista son los conductores de una historia que parece precipitarse irremediablemente hacia un final fatal. Y así ocurre, aunque desconocemos si muere o no muere alguien (opino que puede que sí), la historia se vuelve trepidante y a mi modo de ver consigue generar empatía con el lector e identificarle con lo que sucede.

También encuentro en esta novela muchas referencias y elementos de otros relatos, películas, novelas e historias ya consabidas que se han instalado a perpetuidad en nuestro universo narrativo. No tengo miedo, de Nicolo Ammaniti, destila neorrealismo italiano, rural y dramático, y esa pizca del surrealismo de Fellini (los pasajes de juegos de niños donde las niñas les enseñan a ellos algo mas que la ropa interior). También entre todos esos lugares comunes, me vienen a la memoria la obra de Puzo o Saviano centradas en la mafia y líos similares. No obstante, en el libro de Ammaniti el motivo que subyace a la trama principal nunca lo sabemos con certeza, está presente como un ente abstracto, pues al autor lo que le interesa es la reacción del niño (Michele) ante la proximidad del mal antes que denunciar o hablar de un tipo de violencia existente o un problema social concreto.

Tal vez echo en falta algo que me pasa mucho con las novelas más jóvenes y actuales, que es un mayor trabajo de retrato de los personajes, más allá del protagonista, ese saber cómo son los que le rodean, en detalles, frases, creo que muchas veces en los escritores jóvenes esa tarea se resiente hasta lo mínimo imprescindible en beneficio del avance del relato hacia su resolución.       

La escritura de No tengo miedo es llana y sencilla, muy visual, con un tempo que invita a no aburrirse. Es un relato ideal para película, ardo en deseos de verla y saber cómo se han planteado la adaptación al cine de esta historia sobre el fin de la infancia de un buen niño llamado Michele, que descubre la cruda realidad de su miserable entorno.

Como ahorita y desde hace casi un mes vivo en otro país lejano bendecido por la virgen de Guadalupe, no puedo estar presente en las tertulias literarias. Pero mi compromiso es fuerte con estas juntas así que pronto escribo mi granito de arena por si gustan ustedes chavos y chavas compartir en el día que acontezca la dicha de pan, queso y vino. Les añoro. Berenguer.    

martes, 30 de septiembre de 2014

Entre dos palacios

El Sábado 27 de Septiembre tuvo lugar la tertulia literaria sobre un libro que había elegido yo. Me tocó democráticamente en el sorteo de la anterior tertulia como hacemos siempre. Sin duda, Entre dos palacios, de Naguib Mahfuz, es uno de los libros que más me han gustado últimamente. Los protagonistas de la novela son los miembros de una familia tradicional egipcia encabezada por el autoritario padre, Ahmed, un hombre tradicional, hipócrita y de comportamientos despreciables desde el punto de vista de un lector vivido y crecido a la occidental. La lectura es densa y a veces excesivamente descriptiva. Pide paciencia, sobretodo durante las primeras cien páginas; entonces sabrás si has entrado en la historia y te apetece seguir leyendo, o definitivamente te has quedado fuera. A partir de ese punto la lectura se intensifica, cargándose de peripecias y giros en la evolución de las distintas historias, que nos llevan hasta la inevitable tragedia de unos y la salvación de otros. La novela fue escrita en los años 50 con la idea de representar los cambios en la particularmente tradicional sociedad egipcia de El Cairo durante el protectorado inglés y en los albores de la revolución nacionalista árabe, que dará lugar a la independencia de este país en el año 1922. Con un estilo de escritura que muchos autores han situado cerca de Gabriel García Márquez, para bien o para mal, este libro no deja indiferente. Tuvo mala acogida en la tertulia (hay quien ha propuesto vetarme para que no vuelva a elegir hasta dentro de por lo menos un año), no obstante creo que ha sido una oportunidad única para observar un mundo y una realidad diferentes, ni mejor ni peor, compartiendo la mirada precisa de un autor (distante, escéptico y humano), que resultó ser un adelantado a su tiempo.